Un domingo de excursión: fábrica de jade / 玉

Después de estar horas escribiendo como una bestia inmunda, he recordado que el pasado año por estas fechas estaba en Beiing. La del domingo fue sin duda una jornada muy completa. Ya os he contado la visita a las tumbas Ming con mi super guía Angel, pero esa sólo fue la primera parada.
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A bordo de nuestro super autobús turístico, salimos del parking de las tumbas Ming rumbo a nuestro siguiente destino, una fábrica de jade, donde íbamos a ver, conocer un poco la historia del jade, comprar si era menester y comer, todo dentro de la fábrica. No estaba muy lejos, calculo que estuvimos unos 30 minutos o así, pero fue suficiente para los coreanos durmieran un poco la mona que traían de la noche anterior, el padre divorciado hiciese campaña con su hija rebelde y enfadada y una de las dos estudiantes americanas calentase la cabeza a nuestra guía abrasándola a preguntas.
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A los que estábamos callados y atentos, algunos fingían que lo estaban, nuestra guía con monturas de gafa de Hello Kitty nos contó que comeríamos en la fábrica de jade (- Yù) vamos que teníamos algo así como show con espectáculo.
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El parking de la fábrica estaba lleno de autobuses de turistas que como nosotros iban a conocer la historia del  jade, porque había un mini museo antes de entrar a la fábrica en sí. Angel nos citó a una hora para comer y quedamos en compañía de una mujer que nos llevó por los entresijos del jade.
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Viendo esta última foto podríamos decir que el mundo es un tesoro, al menos este globo terráqueo que estaba hecho de jade por lo que deduzco que costaba una millonada ya que no logré encontrar el precio. Puede que no fuese apto para corazones sensible.
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El siguiente paso, la visita estaba estructurada en varias, entramos a la tienda para meternos el jade por los ojos y activar el chip de nuestro cerebro que clama al grito de 'Shopping Time', eso sí primero nos dieron una lección para saber identificar el jade bueno y el de baja calidad y la respuesta está en el sonido que hace contra el propio jade. Cuanto más cristalino, pero calidad.
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En estas fotos, el jade más claro es el bueno. Y ya después, si que sí, el universo de las compras. Había para dar y regalar, comprar quería decir, y claro algo cayó. Concretamente un colgante con el gallo, que es mi signo del zodiaco chino, y otro más que es una esfera de jade. Los dos con su certificado de autenticad.
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Tras las compras pasamos a un comedor, aquí estaba todo incluido en la visita. Era ciertamente enorme y estaba todo preparado en tres mesas. Y me senté con la japonesa independiente y la familia que conocía los ancestros de su nuevo miembro.
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Todo estaba buenísimo y la conversación con mis compañeros de mesa fue muy amena e interesante, pero como no quiero aburriros me la guardo para mí.
Después un último vistazo a la megatienda de Jade y luego al autobús. Muralla China, allá vamos...

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