Y Tàiyán se fue a la montaña
Dice mi padre que soy un poco
como mi abuela, que falleció 5 días antes de empezar este viaje. Ella era
fuerte, cabezona y si había que hacer algo, se hacía. Pienso mucho en ella
estos días, y creo que lo que hice el domingo me hace digna sucesora de su
cabezonería. Me explico.
Para empezar me desperté a las
7:30, como todos los días, pero no por gusto. Me sonó una alerta del móvil de
alguien que había llamado mientras yo dormía. Supongo que desconocía que me encontraba
en la otra punta del mundo, así que mejor no coger porque podría haber sido
algo muy gracioso y caro. Como ya estaba despierta, mandé un WhatsApp a mi
madre para darle las buenas noche, aquí son 6 horas más y cuando yo me levanto,
ella se suele acostar. Después me volví a dormir hasta las 9:30. Tarde para el
desayuno, pero en el hotel tengo mi propia despensa, que se está agotando.
Sobre las 10 bajo y pregunto a la mujer de administración por Bali
Gou -八里沟 – Bālǐgōu.
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Me dice que he de coger un taxi a la estación de autobuses y de allí otro a Huixian. La mujer de la taquilla es un encanto y habla con el chofer. Le dice que en los 30 kilómetros de trayecto, unos 50 minutos, no me pierda de vista. El cumple y no me pierden de vista ni él, ni el resto de pasajeros.
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Llegamos a Huixian y
la mía es la última parada. Justo tengo la parada a Bali Gou enfrente y los
responsables del trayecto y venta de billetes ( 10 yuanes, aquí rozamos ya el euro), me invitan a sentarme
con ellos y otros vendedores ambulantes de la zona. Ellos se conocen entre
todos y allí esperamos a que venga el minibus que sube a Bali Gou. Esperamos
unos 15 minutos y cuando el autobús aparece la de los tickets le dice que me
cuide, pero todos me miran en plan “Hay una laowai en el autobús, ¿qué hacemos?
"Consejo de madre: sonreír y saludar.
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Vamos subiendo y
subiendo la montaña y pienso en las montañas de Mei. Supongo que serán así.
Entre una cosa y la otra, para subir tardamos una hora pero creedme que merece
la pena. La entrada a esta zona de las montañas cuesta 70 yuanes (unos 7 euros)
y como es la zona de los lagos, se ha convertido en una especie de parque
acuatico. También hay una reserva de macacos y una gran cascada, pero hoy hay
mucha gente y no se puede subir. No pasa nada, ya tengo excusa para volver.
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El paisaje es
precioso, como los que vemos en las película o en ‘Kung Fu’, a fin de cuentas,
el monasterio Shaolin está relativamente cerca y recalco lo de relativamente. En
la entrada está la losa de la longevidad y la justicia, todo el mundo se hace
una foto ahí, y yo no voy a ser menos ¿verdad? Por los altavoces, a todo
volumen la banda sonora de AVATAR y hay unas escaleras que incitan a trepar.
Adoro trepar en China, bien lo sabéis. Arriba hay unas cuantas gallinas y una
casa cerrada aunque parece que habitada. Puede que sea la casa del guardia del
parque, pero no quiero molestar. Hecho un par de fotos y vuelvo al recorrido
que sigue el resto de la gente que por cierto, está plagado de mariposas negras
moteadas y libélulas de colores brillantes.
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Según el catálogo de
las montañas que hay en la habitación hay unas piedras curiosas que forman una
cascada y me propuse verlas desde un principio así que a subir toca. La primera
parada es la que permite meter los pies en el agua, pero NO salpicar. Pies a
dentro y agua fresquita. Me doy cuenta de que los niños llevan redecillas para
cazar mariposas o pececillos entre las rocas. Después de refrescarme, sigue la
ascensión.
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Subo y subo, paso por un puente de madera, tipo el de ‘Indiana
Jones y el templo maldito’, la aventura empezaba en Shangai por cierto,
empiezan los carteles de alerta No nadar, zona profunda. De trepar no dice
nada, pero si que hay un puente de piedra, con agua a un lado y otro que te
motivan y entonces, llego a la cascada. Hay mucha gente haciéndose fotos, así
que me haré las fotos a la vuelta, porque subo un poco más, hasta donde
empiezan los recorridos en balsa neumática. Caen por rápidos, reman, gritan, se
quedan atascados, un show.
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Dice la web de Bali
Gou que este es un lugar óptimo para disfrutar de la naturaleza y respirar aire
puro, y si que lo es.
Empiezo
a bajar, son las 15 y pretendo coger el bus de vuelta de las 16h. La cascada
esta libre, allá que voy. De cerca es realmente mejor que de lejos. ¡Qué
maravilla! Me hago unas cuantas fotos y sigo el descenso, a lo tonto he subido
bastante.
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Aún
sin salir, junto a la puerta un anciano vende raíces y hongos y otro
melocotones ¿serán los residentes de la casa que he visto antes?.
Ya
fuera, más puestos. De comida, de recuerdos, de plantas medicinales… Hago
fotos, alguna comprilla y me cojo un helado, de soja, pero un helado A la hora
de coger el autobús me reconoce el chofer, es el mismo que me ha traído, y
europeos o extranjeros no he visto ninguno de modo que sí, habla conmigo.
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Para
bajar, el autobús va como una lata de sardinas. Quién haya hecho el Bilbao - UPV
a medio día sabe de qué hablo, y encima tenemos movida. Al llegar de las
primeras he tenido suerte y he cogido sitio, pero en las paradas de después,
que las hay, suben tres mujeres que la lían parda. Ellas quieren su sitio, en
el que se sientan siempre, y una pareja de enamorados les ha quitado el sitio,
así que empiezan a gritarles que se levanten. El chófer pasa, debe conocerlas,
y gritan hasta que se duermen y no es coña.
Tardamos
una hora en volver a Huixian. Ahora tengo que coger el autobús a Xinxiang y Oh
Dios Mio, las chonis liantas vienen conmigo, no veas como corren las señoras
para pillar sitio, luego vuelven a dormirse y así, una hora hasta Xinxiang.
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De
la estación tengo que buscar un taxi a hotel, pero antes veo un puesto en la
calle. Venden Xiao Long Bao y fideos.. En el master hemos hablado de los
peligros e la comida de la calle, pero está buenísimo y me encanta el riesgo.
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Al
llegar al hotel, ducha, cena y a dormir que el lunes los peques son todos míos,
por cierto, he superado la prueba, Tàiyán
fue a la montaña y demostró ser tan cabezona como su Nǎinai -奶奶 – abuela paterna. A fin de cuentas, así me llama Mei.
明天见
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