Llegó el Otoño / 它来了秋天

Hemos despedido el verano y ha llegado el otoño. Nuestros peques vuelven poco a poco a la normalidad, y nosotros también. El pasado 22 de septiembre dábamos la bienvenida a la nueva estación, pero en China lo hicieron un poquito antes, el 15 de septiembre, coincidiendo con la octava luna llena del año según su calendario.
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Ese día es el Festival del Medio Otoño o Festival de la Luna, una fiesta que se celebra desde la antigüedad y que en sus orígenes era la manera que tenia el Emperador, junto a todo su pueblo, de dar gracias por las buenas cosechas de arroz. Como cada fiesta en China, es costumbre celebrarlo en familia siguiendo el dicho “Cuando la luna es llena, la humanidad es una” y principalmente se pide a los dioses por la salud, el dinero y el amor.

Durante el Festival se degusta un dulce conocido como Yuebing o Pastel de Luna. Estos pastelitos, redondos o rectangulares, parecen finas obras de arte por su aspecto de haber sido tallados. De unos 10 centímetros de diámetro y unos 4-5 de espesor, su relleno suele estar realizado con pasta de semilla de loto o judía dulce rodeada por una fina corteza. Pueden ser totalmente dulces o con una sorpresa salada en su interior realizada con una yema de huevo de pato en salazón. Normalmente se degustan solo durante la celebración de esta fiesta y acompañados de té chino.

Tenemos la tradición, la fecha, el dulce típico y nos falta la leyenda, que también la hay, relacionada con el Festival. Es la historia de Chang E, una doncella que conoció al arquero Yi en las montañas mientras él cazaba. Se enamoraron y pronto se casaron bajo un laurel. Tras casarse, su vida era muy feliz y el esposo deseaba vivir así para siempre. Para conseguirlo Yi acudió a la Diosa del Cielo que les regaló el elixir de la inmortalidad, solo para dos personas. Pero la Diosa advirtió al esposo que si uno de los dos lo bebía al completo, volaría hacia el cielo y se convertiría en un Dios.

Cuando regreso a su casa, entregó a Chang E la poción para que la custodiara, pero un día aprovechando la ausencia de Yi, uno de sus alumnos trató de robar el brebaje y viendo la joven que no podría vencerle se lo bebió para protegerlo. En ese momento su cuerpo voló hacia el cielo. Como no quería dejar a su amado, la doncella consiguió parar en la luna y desde allí seguir cuidandole, con la única compañía de un conejito blanco que vivía en el satélite.

Hay otra versión de la historia, menos romántica. En ella Chang E tomó el elixir por su cuenta para ser una Diosa, pero no consiguió la felicidad ya que vive sola en el Palacio de la Luna acompañada de ese mismo conejo, que en esta ocasión prepara elixires.
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Publicado en AFAC. Octubre 2016

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