El primer examen de chino de Mei
Creo que ya he contado alguna vez que cuando Mei llego a casa hablaba en chino, una mezcla de mandarín y su propio dialecto que nos generó algún que otro quebradero de cabeza. Es cierto que es chica lista y, como pequeña esponja, empezó a pillar pronto el tranquilo al castellano, el inglés y el euskera aunque el chino, su lengua materna, afloraba de vez en cuando, sobre todo cuando soñaba, estaba malita o se pillaba alguna rabieta.
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Mis padres siempre han querido que conserve lo que pueda de sus raíces, aquí está la importancia de las raíces en el matriarcado vasco de la que mi madre es una firme defensora, por eso empezamos a buscar una academia donde Mei pudiese ir a clase, no perder lo aprendido y seguir adelante con el idioma. Para poder practicar en casa con ella, alguien tenía que tirarse de lleno a la piscina y ese alguien fui yo. Me apunté a las clases desde cero y a los 6 meses ya me estaba marchando a Shanghai a estudiar, pero eso es otro tema, porque lo que hoy toca contaros es que Mei hizo recientemente su primer examen (考试 - Kǎoshì) oficial de chino.
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Hace ya unas semanas que en la escuela estaban anunciando las fechas de los exámenes oficiales. En mi clase preparamos el HSK 4, siendo realistas yo no me considero preparada para examinarme aún, y en la de AiDi el YCT 1. Su profesora dijo que estaba preparada, de modo que mis padres consideraron que era el momento de presentarla y al mismo tiempo que conociese un poquito todo el proceso de evaluación.
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El examen fue en la Universidad de Deusto un sábado por la mañana y Mei decidió ponerse bien guapa con todos sus brillos que tanto le gustan. Con su estuche rojo, color de la buena fortuna en china, y sus lápices se presentó a las o y media de la mañana en los pasillos de la universidad escoltada por su hermano mayor, que se movía por allí como Pedro por su casa al ser su alma mater.
Mei iba algo nerviosa, pero al ver que una antigua profesora suya, Sofía, era la encargada del examen se le pasaron todos los nervios y entró contenta a clase.
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45 minutos después, cuando se abrió la puerta de clase y se reunió con nosotros nos dijo que tenía hambre y ah, que había sido muy fácil. Habrá que esperar a la nota.
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El examen fue en la Universidad de Deusto un sábado por la mañana y Mei decidió ponerse bien guapa con todos sus brillos que tanto le gustan. Con su estuche rojo, color de la buena fortuna en china, y sus lápices se presentó a las o y media de la mañana en los pasillos de la universidad escoltada por su hermano mayor, que se movía por allí como Pedro por su casa al ser su alma mater.
Mei iba algo nerviosa, pero al ver que una antigua profesora suya, Sofía, era la encargada del examen se le pasaron todos los nervios y entró contenta a clase.
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45 minutos después, cuando se abrió la puerta de clase y se reunió con nosotros nos dijo que tenía hambre y ah, que había sido muy fácil. Habrá que esperar a la nota.
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