El incierto futuro de quienes crecerán en un orfanato

No hace mucho, una persona a la que tengo mucho aprecio me comentó una noticia relacionada con una jovencita brillante a la que llamaré Hua, que tras pasar años en un programa para mejorar la vida de niños con problemas en un orfanato de China fue arrancada del mismo al cumplir los 18 años.


Me contaba mi amiga, llena de rabia y amargura, la situación actual de la chica. Su realidad y día a día, muy alejado de los momentos felices vividos con cuidadoras y demás niños del programa. Encerrada en una habitación sin paseos, sin el sol rozándole la cara, ni las risas surgidas tras un comentario o un juego disfrutado al extremo. Y tras conocer todo esto me planteé, una vez más, lo que ocurre con los niños y niñas que llegan al orfanato y no salen de él.

Aquellos que no encuentran una familia o que el hecho de tener alguna discapacidad los hace no ser perfectos a los ojos de la sociedad. Una sociedad que puede azuzar e incluso presionar a sus padres biológicos a dejarlos para darles una oportunidad que tal vez ellos no puedan ofrecerles y mirando mas allá, hacerlos no aptos a los ojos de unos padres que, desde el otro lado del mundo no se sienten preparados para tener un hijo con problemas.

¿Cuál es el futuro de esos niños que un día cumplirán la mayoría de edad y dejaran de serlo? Cierto es que la situación de los orfanatos va cambiando, poco a poco. Quien haya visitado un orfanato en China sabe que la cruel imagen que dejó grabada en la retina y el corazón de cientos de personas el documental "Las habitaciones de la muerte" ya no es tal, aunque nos engañaríamos si pensásemos que ahora, todo es perfecto, pero mientras que las pegatinas de arco iris,  flores y  mariposas pueblan las salas en las que hay cuidadoras preparadas para tratarles, siempre hay alguna sala, con la puerta cerrada que puede recordar al cuento de Barbazul cuando decía a su nueva esposa aquello de "No entres en esta habitación o yo lo sabré".

La realidad es que hay personas osadas que entran, ven y cuentan. Son las que arrancan del tirón la venda de los ojos a unos pocos, ya que no todos quieren ver.

Pero volviendo esos niños y niñas que llegan a adultos los habrá que salgan al mundo, fuera de las paredes que los han protegido y se encuentren solos y desamparados, habrá otros que tal vez tengan mas suerte, aunque ser mujer en China continúa siendo difícil y más si sumamos la alta descompensación entre sexos. 
Los habrá que terminen trabajando en el orfanato donde se han criado y otros puede que sean adoptados o acogidos por la cuidadora que les ha tratado como a sus propios hijos. Si tienen necesidades especiales tal vez lleguen a un centro que les atienda como se merecen, siempre con una sonrisa o una caricia, pero lamentablemente los habrá que terminen tras una puerta, como la de la mazmorra de Barbazul, donde será difícil entrar y llegar, pero creo y así lo deseo, que siempre habrá alguien que quiera entrar para tratar de cambiar las cosas.

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