Diez años Sis. ¡Diez! - 十年 Sis. 十年!

Mei llegó hace 10 años. 120 meses. Más de 3560 días. Lo piensas y no parece que ha pasado una década, si bien es cierto que los meses de espera que se convirtieron en años condicionados por las Olimpiadas, la gripe aviar, la gripe porcina o el SARS están mucho más lejanos, lo cierto es que ELLA vino a llenar de chispitas nuestras vidas. 

Ha pasado mucho tiempo desde que una mañana de Navidad empezamos a soñar con nuestra Mei Mei de ojos de almendra. Estoy segura de que cada uno de nosotros nos hicimos una imagen preconcebida de cómo sería, aunque mi madre asegura que ella siempre la vio como es ella: delgadita y espigada, con su larga melena que aquel mes de septiembre de 2010 llevaba mucho más corta y recogida en dos coletitas que su Popo le  había peinado con cariño infinito para ir a conocer a sus padres. 

Aquellas dos coletas danzaban a la par de los conejitos de sus zapatillas y ese son de danza y brincos es el que ha marcado el tempo de estos años. La llegada de Mei fue como un soplo de aire fresco. Suena manido, pero empleando otro tópico que dice que “un niño trae alegría a una casa”, mentiría si negase que realmente fue así. Los dibujos animados, en chino, empezaron a poblar la televisión. Jugar tumbados en el suelo, leer cuentos o pintar siluetas de animales era una fantasía y su lengua de trapo aprendía cada vez más rápido. 



Las primera frase al completo que me dijo fue “Espera un poco”, ya apuntaba maneras y dejaba ver el fuerte carácter que como dice Fina, certifica que es una chongquinesa de pura cepa, aunque su ciudad sea Dianjiang.

Haciendo honor a ese carácter la señorita vivió alguna pataleta pero principalmente nos trajo aventuras, risas, bailes, algún susto, algunas lágrimas… 

No es que nuestras vidas estuviesen vacías sin ella, simplemente estaban incompletas. No sabíamos lo mucho que la queríamos y que la necesitábamos hasta que llegó, aunque la primera vez que vimos su carita en aquella foto que nos entregaron un 30 de agosto de 2010, ya nos había cautivado.

Mei se convirtió también en un vinculo entre dos culturas. Ella fue en parte nuestro hilo rojo porque unió nuestra casa con China. Recordaba, y aun recuerda, su vida en China. A su Popo, su “hermano”, su “hermana”, su “papa”, su “mama Wang Wen” lo que allí comía y algunas anécdotas perfectamente anotadas para no olvidarlas nunca.

En septiembre de 2010, mis padres salieron una madrugada de principios de mes dejando en casa dos universitarias y un adolescente y cuando volvieron veinte días después trajeron una florecilla de 3 años y medio que completó el puzzle y el sueño de mi madre.

  

¡Feliz Aniversario de Llegada Sis! 我们爱你很多


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