Bilbao - Bruselas

El pasado verano os conté lo que iba viviendo durante mi verano en Shanghai, pues este año, he cambiado Shanghai por Beijing (北京).
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Las fechas del curso en Shanghai este año no me cuadraban y aunque no pueda ir, tendré a Carmen, Andi, Mikel e Irantzu muy presentes porque ellos si que están allí. Beijing siempre ha sido una ciudad que me ha fascinado y cuando Juan, un compañero de clase me contó su experiencia, me animé a venirme yo sola a la aventura que durante dos semanas me proponían desde SprachCaffe. Y de paso puedo tener algo más en común con Mei, ya que mis padres y ella la visitaron cuando vinieron a buscarla.
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El día comenzó tempranito. A las 4:30 a.m. me sonó el despertador, es una media hora antes de lo que normalmente me suena para ir a trabajar, así que ni tan mal, pero mi padre tenía que acercarme al aeropuerto antes de las 6:00 ya que el avión salia a las 6:45.
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La cola más larga era la de Luffhansa y yo, ilusa de mi me puse en esa en lugar de la que me correspondía, véase Brussels Airlines, pero tranquila ama, que todo fue bien. Después, café con mi padre y a embarcar, por primera vez en mucho tiempo el avión no estaba conectado a ese "tubo" desde la terminal y fuimos en bus hasta la escalerilla del avión.
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Sabía desde el principio que en el avión no me iban a dar nada si no lo pagaba, y como me moría de sueño me quedé dormida en mi asiento, mirando por la ventana, mientras la chica de al lado también se quedaba dormida, y a lo lejos, al de un rato, llegó el olor a café de pago pero yo seguía durmiendo, casi dos horas Oigan bien, dos horas... y luego, debajo, Bruselas.
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Como facturé la maleta a Beijing directamente desde Bilbao, no tenía necesidad de recogerla, pero si de recorrerme medio aeropuerto de Bruselas buscando la puerta de embarque B14 desde la que embarcaría rumbo a Beijing 5 horas después. Sin olvidar que tenía que pasar el Transfer de Aduanas. Lo que desconocía por completo era el cacheo al que iba a ser sometida minutos después por una guarda de seguridad muy parecida a Chelo García Cortes y es que yo pitaba y claro no llevaba nada de metal, o eso creía yo, pero estaba equivocada porque tras el cacheo infructuoso vino el rastreo y en la patilla izquierda de mi gafa estaba la respuesta: el apaño de hace 5 días en la patilla tenía la respuesta. NOTA MENTAL: Ponerme las de pasta para volver.
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Esperar tanto tiempo en un aeropuerto te ayuda a darte cuenta de muchas cosas, sobre todo que es como un pequeño microcosmos con gente de todas partes atrapadas como ratas de laboratorio que no pueden esperar. Y hay mucho de verdad en aquella escena al inicio y final de 'LOVE ACTUALLY' en el que la gente pasa por los aeropuertos. ¿Os acordáis?
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Está la chica que se va a Nueva York con sus padres y no quiere que su progenitor le haga un vídeo book antes de salir, el hombre de las tres esposas que lleva a los niños sueltos cual cabras montesas, el niño que hace tiempo con el Ipad o los peques que juegan a ser mayores llevando maletas más grande que ellos. Y luego llegas a la tienda, donde por defecto de dicen Bonjour cuando vas a comprar una libreta del héroe del cómic patrio, véase Tintin, y ves cómo la gente acumula chocolate belga. Esta vez me fijé especialmente en que la mayoría de los niños llevaban collares de flores de tela. ¿El motivo? Ni idea, no lo pregunté.
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Por cierto... el meoncete que anuncia la Coca Cola ya se que es Belga pero... ¿Pumuky lo era?
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