Hace 5 años - 五年前 - Wǔ nián qián...
Hace cinco años y tres días mis padres se fueron a la otra punta del mundo a buscar Mei. Atrás quedaban los años de espera, las emociones por saber cómo sería y lo más importante: poder tenerla ya con nosotros. Soldado solía decir que el embarazo de Mei sería como el de una elefanta: largo. Y así fue.
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Sabíamos que ellos jugaban con ventaja, que se marchaban a por ella y que a nosotros nos tocaría esperar dos semanas y pico más para conocerla, pero teníamos Skype y correo electrónico y eso nos permitiría comunicarnos mucho más fácil, en comparación con las primeras familias que fueron a buscar a sus princesas de ojos de almendra hace y ya 10 años.
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Mis padres,爸爸妈妈 - Bàba māmā, habían cogido un avión destino Madrid el viernes por la mañana y compartieron vuelo con los niños de Chernobil Elkartea que volvían a sus casas después del verano. De Madrid, donde se encontraron con el resto de familias que viajaban con ellos, tomaban otro vuelo a Helsinki y de allí seguirían a Beijing y luego en otro avión a Chongqing, 重庆, de dónde viene nuestra Mei.
Al volver de su vuelo mi madre me contó que encontró en Helsinki, esperando a embarcar, una grulla de origami. Dicen que la grulla es el animal protector de la familia en Japón, y en la nuestra no creemos en casualidades de modo que fue el destino.
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Los días se nos hicieron muy largos esperando. Sabíamos que se la entregarían el lunes 6 de septiembre. De esa fecha se cumplen hoy 5 años 五年 - Wǔ
nián.
Aquel día, mientras nosotros dormíamos mis padres tomaban a Mei en brazos por primera vez. Recuerdo que Soldado empezaba el colegio, Mafa (nuestra hermana) estaba de vacaciones y yo afrontaba un nuevo reto laboral. Suponía madrugar y presentar un programa al que dí vueltas toda la noche por miedo a que saliese mal y ellos se abrazaban.
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Aquel lunes tenía que hacer una entrevista a Mikel Olaciregui, que durante una década había sido el director del Festival de Cine de San Sebastian, Zinemaldia y lo dejaba. A pocos minutos de entrar al estudio, me sonó el teléfono móvil, tenía muchos números y me entró el pánico. Pensé que anulaban la entrevista, yo siempre tan positiva, pero al coger al otro lado se empezaron a escuchar balbuceos y palabras, en chino. ¡Era Mei!. Fueron monosílabos, pero eran ella y su vocecita. Después mis padres, para decirme que ya estaba con ellos y que todo iba bien.
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A la alegría le siguió el subidón. La entrevista me salió genial y ya por la tarde el primer Skype, los primeras conversaciones o al menos intentos de ella y por la tarde, la primera foto. La de una niña vestida de rosa y con una chaqueta azul de Cenicienta que jugaba feliz.
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Hoy hace cinco años desde que la escuché por primera vez, y no me canso de hacerlo.
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