#Coronavirus 3

¡Qué lejos lo teníamos en febrero! Nos creíamos superiores, pensábamos que el Covid19 no osaría acercarse a nuestras perfectas vidas, pero el Coronavirus ha llegado y ha trastocado nuestro castillo de naipes. 


Ha demostrado que no entiende de razas, ni fronteras y nos ha dado una bofetada de realidad. El virus nos ha aislado en casa. Hemos pasado de los quince días sin clase de Mei, con enseñanza via online, al cierre de negocios o las estrictas medidas de seguridad para salir a hacer la compra, ir a la farmacia o sacar la basura.

Nuestra casa se ha convertido en nuestra fortaleza, de la que no salimos a menos que sea estrictamente necesario. La sala de estar y la cocina tienen nuevos cometidos y funcionan como un aula escolar o un espacio enorme en el que desperdigar los libros y documentos de una tesis en proceso y tenemos un dormitorio convertido en una oficina con teléfonos y multipantallas incluidas consecuencia del “teletrabajo”. Por suerte, tenemos jardín. Podemos salir a la calle, respirar mirando el cielo abierto y pisar la hierba. No todos tienen ese privilegio.

Tal vez cuando acabe la pandemia y podamos salir de casa lo hagamos como cuando en la prehistoria se abandonaron las cuevas dejando dentro un testimonio de lo que hemos hecho durante nuestro encierro. 

Hay quien cumple las pautas establecidas por el Estado de Alarma, otros se las pasan a la torera.
Parece mentira que sin llegar al pico de contagios los haya que siguen pensando que esto son unas vacaciones e incluso que son invencibles y que nada les puede contagiar, a estos llamaba la atención Tedros Adhanom Ghebreyesus, el director general de la OMS.

Y luego están los que se siguen creyendo que el aislamiento no va con ellos y no reaccionan ni ante las duras declaraciones de Sun Shuopeng, vicepresidente de Cruz Roja en China cuando llega a Europa a prestar su ayuda para terminar con la Pandemia y se encuentra con hoteles, discotecas y restaurantes en Italia, que ya ha superado los 4000 muertos, que siguen organizando fiestas, como si nada hubiese pasado. Como si las imágenes de decenas de féretros en fila esperando a ser enterrados en la más absoluta soledad fuesen un mal sueño.

De película parece también el vídeo aéreo de un Bilbao desierto, nunca antes lao había visto tan callado, tan tranquilo, tan vacio.



La máxima es quedarse en casa, no salir salvo que sea necesario o de fuerza mayor, y esto implica ir a comprar alimentos y medicinas NADA MAS. Esto se alarga, al menos 15 días más. Seguiremos saliendo cada noche a ventanas y balcones a aplaudir a los sanitarios, podremos con ello pero para ello, hay que quedarse en casa.

China, que nos manda suministros sanitarios por tierra y aire, ya lleva 3 días sin contagios locales, si ellos pueden, nosotros también.





 #quedateencasa

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